En nuestro imaginario
colectivo, el término ‘feminismo’ es bastante etéreo. Básicamente por el
despiste que supone pensar en el feminismo desde su identificación exclusiva
con el sujeto-mujer. Silvia L. Gil, en su libro ‘Nuevos feminismos. Sentidos comunes en la dispersión’, enmarca y conceptualiza ésta cosa difícil. A partir
de una amplia base gráfica y documental sobre el feminismo español, hace un
recorrido por la historia del feminismo y enfatiza el final del sujeto único.
De ahí la importancia de hablar de feminismos, en plural. Silvia, explora las
fronteras de la dimensión teórica de los feminismos conectando procesos
globales que van desde la economía, el racismo o el heterosexismo. La articulación
entre diferentes conceptos lleva a soltar una de las preguntas claves de
nuestro tiempo ¿cómo ser capaces de dibujar sentidos comunes en la dispersión?
Personalmente, me
encanta el ‘rollo’ existencialista que me sugiere. Ilustra la contradicción
entre la sostenibilidad de la vida y la invisibilización de los cuidados. A lo
largo del texto insiste en que todos somos sujetos inestables inmersos en un
sistema que continuamente pone en juego nuestra dignidad pero que nos empeñamos
en esconder. Así, los cuidados se invisibilizan y se convierten en objetos
perversos de dominación. Demasiados de nosotros construimos nuestra vida desde
el ideal de la independencia, pensándonos empresarios de nosotros mismos y engañándonos
con la idea de que la vulnerabilidad no nos pertenece. Pero los núcleos
afectivos básicos son escasos. Desde ésta carencia habitual, la autora propone
repensar lo común desde nuevas perspectivas ‘de estar juntos’. Perspectivas que
entiendan que todos somos potencialmente dependientes, que nuestra juventud es
finita y nuestra salud física y emocional demasiado vulnerable.
Una de sus
insistencias pasa por dar importancia a visibilizar cuidados – históricamente atribuidos
a las mujeres. También por pensar en la importancia de las redes comunitarias, reinventar
derechos, formas de gestionar colectivamente los recursos. En definitiva, pone
en evidencia cómo los feminismos pueden contribuir a pensar en micropolíticas
orientadas hacia una organización de la vida alrededor de una dimensión más
humana. Lejos del ‘sed diferentes’ que se nos sugiere desde algunas dimensiones
del poder. Nos insinúa pensarnos como interdependientes enlazados por lazos
invisibles que vinculan las vidas de unos con las de otros, entendiendo a las
personas como necesitadas de cuidados de otras personas en diferentes formas. En
éste sentido, el libro adquiere un tono particularmente bonito.
Más que dar respuestas,
abre más preguntas. En mi caso, sobre la posible mutación de los feminismos
hacia discusiones alejadas ya de las cuestiones de género. También sobre cómo
elaborar la experiencia de nuevos sentidos comunes, cómo resignificar los
cuidados, cómo hacer sentir al género masculino parte de éste discurso…
En fin, gran libro.
Interdependientes y no diferentes... Reconocer el valor de las tareas de cuidado realizadas a lo largo de la historia... Sin duda, son reflexiones muy interesantes y que despiertan muchas preguntas.
ResponderEliminar¿La autora también hace referencias al papel actual de la mujer como "cuidadora- perpetua" en sentido tradicional? Porque los demógrafos estudian fenómenos tan curiosos y comunes en nuestro país como mujeres divorciadas que acaban asumiendo el papel de cuidadoras de sus ex-suegros...
Tengo muchas ganas de leer el libro.
Sí, la autora hacer referencia a la idea tradicional de la mujer como cuidadora-perpetua. Lo interesante está en su insistencia en reformular éste preocupante e invisible 'trending fact'...
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