No me llamo Roxanne. De hecho, ahora mismo no tengo muy claro quién soy. Un ente
en construcción. Una adolescente mayor. Tres títulos universitarios de
dudosa utilidad y una amalgama de asuntos pendientes. Pero como nunca hay que
rendirse, aquí estoy: construyéndome. Mi objetivo con este blog es, básicamente,
servir de algo: ofrecer un lugar para el desahogo, crear dudas, afianzar
conceptos, animar a la acción... Pero también, desde una perspectiva más
egoísta, espero divertirme y empaparme de todas las ideas a mi alcance. Además
practico yoga y natación, creo en el poder curativo del deporte, y adoro el
término “destrucción creativa”. Mi libro favorito, de momento, es Fight
Club, y mi película, entre otras, es León el Profesional.
sábado, 14 de enero de 2012
viernes, 13 de enero de 2012
Alexandra
No me llamo Alexandra. Durante los próximos tres años estaré cerca de los treinta. Comparto piso en Barcelona (pero vivo en una red formada por nómadas). Tengo un trabajo normal en una Universidad pública que ,en realidad, es una tapadera para poder acercarme a temas menos confesables (de los que confieso ser una remezcla). También llevo otras máscaras para desenvolverme en lo social. Por todas estas máscaras, me pareció que escribir en un blog de forma casi anónima podría ser una pequeña liberación. Aunque lo que escriba sea una auténtica basura, ¿qué seria de nosotros en ésta vida sin una dosis adecuada de narcisismo?
miércoles, 11 de enero de 2012
Invisibles
Son tiempos de precariedad laboral y existencial, de ceder y ceder hasta encontrarte a ti mism@ trabajando gratis en algo que jamás te hubieras imaginado... al más puro estilo "yo nunca".
Son tiempos de preguntas existenciales, de reinventarse, de plantearse caminos oscuros como única salida al estancamiento...
Y en medio de esta crisis - que inocentemente esperé que sirviera para reorientar el rumbo autodestructivo que había tomado la humanidad - nos damos de bruces con antiguos vicios sexistas y viejas costumbres que creíamos desaparecidos ("Zás! En toda la boca"):
Hoy he asistido por primera vez a la presentación de un proyecto de la empresa en la que "no-trabajo". Para mi grata sorpresa, los clientes eran cinco mujeres (¡y jóvenes!) y un hombre... ¡¡todo altos cargos!! Imaginad mi desilusión cuando, nada más sentarnos en la sala de reuniones, la dinámica de fuerzas ha quedado establecida: mi jefe (hombre, por supuesto) y su jefe ("el hombre") cada uno en una punta de la mesa, dirigiéndose exclusivamente el uno al otro, como si los demás (sobretodo "las" demás) fuéramos simples espectadoras en un partido de ping-pong.
Vale: admito que ambos eran los "jefes" y, hasta cierto punto, es normal que tomaran la iniciativa y llevaran la voz cantante de sus respectivos equipos. Pero no he podido evitar asustarme al observar, más allá de los juegos de rol cliente-vendedor, cómo este reparto de la palabra y del poder ha ido en aumento a lo largo de la reunión.
¿Entonces qué? ("So what?" que diría mi jefe). Encima de que las tasas de desmpleo se disparan, según los sindicatos, en los "sectores más ocupados por la mujer", y además de que el paro femenino crece a un ritmo que casi triplica el masculino, resulta que volvemos a ser invisibles en los pocos trabajos que conservamos. De repente, somos mudas o nuestro criterio es menos válido que el de nuestros compañeros. De repente, carecemos de toda autoridad... incluso de la que formaba parte, en teoría, del puesto directivo.
¿Por qué este paso atrás? ¿o es que siempre hemos sido mudas/secundarias/invisibles pero ahora es más evidente?
Son tiempos de preguntas existenciales, de reinventarse, de plantearse caminos oscuros como única salida al estancamiento...
Y en medio de esta crisis - que inocentemente esperé que sirviera para reorientar el rumbo autodestructivo que había tomado la humanidad - nos damos de bruces con antiguos vicios sexistas y viejas costumbres que creíamos desaparecidos ("Zás! En toda la boca"):
Hoy he asistido por primera vez a la presentación de un proyecto de la empresa en la que "no-trabajo". Para mi grata sorpresa, los clientes eran cinco mujeres (¡y jóvenes!) y un hombre... ¡¡todo altos cargos!! Imaginad mi desilusión cuando, nada más sentarnos en la sala de reuniones, la dinámica de fuerzas ha quedado establecida: mi jefe (hombre, por supuesto) y su jefe ("el hombre") cada uno en una punta de la mesa, dirigiéndose exclusivamente el uno al otro, como si los demás (sobretodo "las" demás) fuéramos simples espectadoras en un partido de ping-pong.
Vale: admito que ambos eran los "jefes" y, hasta cierto punto, es normal que tomaran la iniciativa y llevaran la voz cantante de sus respectivos equipos. Pero no he podido evitar asustarme al observar, más allá de los juegos de rol cliente-vendedor, cómo este reparto de la palabra y del poder ha ido en aumento a lo largo de la reunión.
¿Entonces qué? ("So what?" que diría mi jefe). Encima de que las tasas de desmpleo se disparan, según los sindicatos, en los "sectores más ocupados por la mujer", y además de que el paro femenino crece a un ritmo que casi triplica el masculino, resulta que volvemos a ser invisibles en los pocos trabajos que conservamos. De repente, somos mudas o nuestro criterio es menos válido que el de nuestros compañeros. De repente, carecemos de toda autoridad... incluso de la que formaba parte, en teoría, del puesto directivo.
¿Por qué este paso atrás? ¿o es que siempre hemos sido mudas/secundarias/invisibles pero ahora es más evidente?
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(Imagen tomada de la serie Mad Men) |
Cita del día
"Fortalezcamos la mente femenina ensanchándola y será el final de la obediencia ciega; pero como el poder busca la obediencia ciega, los tiranos y sensualistas están en lo cierto cuando tratan de mantener a la mujer en la oscuridad, porque el primero sólo quiere esclavos y el último un juguete."
M. Wollstonecraft
sábado, 7 de enero de 2012
Sobre el optimismo
Para que empecemos este nuevo año 2012 con buen pié veamos esta charla que dío el señor Duró en que les dió cera y dijo verdades como puños a unos directivos de banca que se esperaban otra charla de motivación.
Emilio Duró, del que me declaro fan desde que fué mi coacher en la "gran multinacional" donde yo trabajaba, es capaz de decir frases como "Yo fuí a un psicologo...¡ y le animé!"
Sus palabras valen oro. ¡Aquí os lo dejo, ya me daréis las gracias! ;)
¡Y cuidado, recordad que la mala suerte es contagiosa!
Feliz 2012 queridos.
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